PRESENTACIÓN 

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El Diplomado de Corporalidad, Mindfulness y Neurociencias es un programa cuyo propósito es comprender y explorar la corporalidad y su narrativa, a través de puentes establecidos desde las prácticas de presencia plena provenientes del budismo junto a los conocimientos surgidos del estudio en neurociencias.

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Actualmente como humanidad nos enfrentamos a distintos desafíos en la búsqueda de salud, bienestar y equilibrio, tanto a nivel individual como de especie y ecosistema.​La presión de la sociedad moderna, el cambio climático, la desigualdad, autoexigencia y los vínculos abusivos son parte importante de la crisis mundial que nos afecta. Esta presión transmutada a estrés y trauma puede ser obvia en nuestros cuerpos cuando se experimenta de manera aguda y breve, sin embargo, al prolongarse en el tiempo genera cambios perceptivos que facilitan la habituación frente al desbalance fisiológico manifiesto. La fisiología del estrés corroe así nuestros cuerpos, no porque haya dejado de sernos útil, sino porque ya no poseemos la habilidad de reconocer sus señales.

 

Reconocer y contactar con dichas señales requiere detención. El cultivo de una pausa atenta, abierta y amorosa. El cultivo de la contemplación.

Christine Caldwell enfatiza que el cuerpo que habitamos no es una pertenencia, sino una experiencia que somos, de la cual se desprenden dinámicamente emociones, estados cognitivos y sociales. Esta perspectiva recurre al cuerpo como un medio para guiarnos a lo largo del camino de la reflexión sobre lo experiencial, otorgando una materialidad sobre la cual sostener el proceso contemplativo. Al interior de la experiencia vivida por el cuerpo podemos sentir, respirar, oler, mover, y situarnos de manera poderosa y honesta sobre el momento presente. Esto comprende el término creado por Caldwell de Bodyfulness o corporalidad plena

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Antiguas tradiciones orientales generalmente no separan mente de cuerpo, pero tratan la unidad mente-cuerpo como un logro, más que como un estado esencial. Esta unidad debe cultivarse tanto en el plano físico como en el intelectual. El filósofo japonés Yasuo Yuasa planteó que el conocimiento sólo puede ocurrir a través del reconocimiento y la comprensión corporal, creyendo que esta comprensión es posible únicamente mediante prácticas corporales en conjunto con la meditación. Él definió la unidad mente-cuerpo como la distancia mínima entre el movimiento de la mente y el movimiento del cuerpo.

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Mindfulness describe el estado de "la consciencia continua del momento presente", lo que implica que este proceso incorpora una mente atenta, tanto a los pensamientos como al cuerpo. Sin embargo, en Occidente tiende a existir una tendencia a poner el foco en la mente cuando hablamos de mindfulness, perpetuando en ocasiones el dualismo entre el ser cognitivo y corporal. Bodyfulness busca reivindicar el cuerpo como aquello que somos, otorgándole la facultad de contemplarse y extenderse a sí mismo, a tal punto de permitir su evolución y nuestro despertar.

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¿Qué ocurre en la vereda opuesta, al interior de una sociedad agitada que a través de modelos predeterminados nos invita a la distracción, cosificación corporal y adormecimiento? ¿Puede el ritmo acelerado normalizar una sociedad que permanece en un estado de ausencia corporal? ¿Puede nuestra ausencia corporal y la falta de escucha a sus señales ser el desencadenante de una enfermedad?

Puede decirse que gran parte del modo en que las personas han sido condicionadas a vivir contribuye al desarrollo de sus enfermedades. Estos mecanismos comienzan a ser delineados en la primera infancia, de modo que son los recuerdos implícitos e inconscientes los que rigen nuestras actitudes y comportamientos hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia el mundo. Muchos estados de estrés temprano y trauma ocurren durante este período sensible.

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Parte importante de estos recuerdos han emergido de vivencias en nuestro cuerpo, dejando así huellas, automatismos y reactividades de las cuales no somos conscientes en nuestra interacción diaria. Abrirnos a la corporalidad plena desde la presencia abierta y amable nos permite contactar con estos patrones, otorgándonos la posibilidad de entrenar una escucha somática frente al lenguaje del cuerpo. Su comprensión nos entrega una mayor soberanía sobre nuestros cuerpos, siendo capaces de ser responsables y responder conscientemente a las circunstancias que condicionan nuestras vidas y no simplemente reaccionar ante ellas. Cuanto más sepamos de nosotros mismos, menos propensos seremos, por tanto, a convertirnos en agentes pasivos de nuestra existencia.

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Encontrar y narrar nuestras historias corporales, al mismo tiempo que prestamos atención a las narrativas de otros cuerpos, nos permite ser testigos de las distintas emociones de la existencia. Acompañar y sostener este camino, ya sea en trauma, opresión u abandono, en nosotros mismos u otros, nos permite cultivar un tipo de activismo que nos habilita a usar nuestro cuerpo en movimiento como una fuerza de reparación. Comprendemos nuestra conexión con los otros —a través de la múltiple gama de emociones— cuando nos movemos en historias corporales construidas recíprocamente.

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El cultivo y práctica de la corporalidad plena nos inspira así a reclamar, en tiempos de agitación y de evasión del cuerpo, una vida contemplativa centrada en la sabiduría somática, y nos desafía a aprovechar nuestro potencial para impulsar nuestra transformación de manera reflexiva y despierta.

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El Diplomado en Corporalidad, Presencia Plena y Neurociencias profundiza en el reconocimiento y exploración consciente del cuerpo como vía de autoconocimiento y cambio dinámico. Se integra la perspectiva somática, la presencia plena basada en el budismo y los aportes contemporáneos de la neurociencia junto a prácticas corporales accesibles para todo participante, orientados a la reflexión en la búsqueda del despertar de los recursos inutilizados que habitan en nuestros cuerpos, y de este modo, llevar una vida más gratificante, sabia e íntegra.